Erbil, Irak, kurdistan, diciembre 2021

La sorpresa que teníamos guardada es que nos íbamos a Irak, al kurdistan iraquí. Una zona totalmente segura y separada del resto del país. Como sabemos que levanta miedos, lo contamos ahora que estamos de nuevo en Turquía y nos suena a todos mejor 😜.

Cuando estábamos en Mardin, tuvimos un malentendido con el billete del bus y acudimos a la policía. El caso es que un oficial se prestó a enseñarnos la ciudad, y luego nos ofreció llevarnos con el a Iraq, pero resultó que cuando fue a la comisaría con nosotros a pedir el puente como vacaciones al comisario se lo denegó. Se enfureció tanto que se puso a insultarle y lo tuvieron que sacar sus compañeros a la fuerza de la comisaría. Nosotros totalmente alucinados nos montamos en un taxi y nos fuimos pitando a la estación de buses con rumbo a Erbil, Irak. Esta era la historia que dejamos pendiente la anterior vez.

Tras un largo día de viaje con una tortuosa frontera, una vez pagados los 65 euros de visado llegamos a la capital kurda, quizás la más antigua del mundo habitada, más de 6000 años. Ya de camino habíamos parado a cenar, y dos jóvenes iraquíes nos pagaron la comida mientras ellos iban a la mezquita. Ya empezamos a intuir lo que venía más adelante.

Nos habian hablado de su gente excepcionalmente hospitalaria, portando trajes tradicionales y de su gran patrimonio, y rica cultura, y no nos ha decepcionado.

Nos encantó el mercado de aves frente al hotel y el ambiente de los mercados, del bazar y de su imponente ciudadela en un alto, patrimonio de la humanidad. Las zapatillas kurdas 100% hechas a mano, el queso curado que almacenan dentro de la piel de los animales, los variados dulces, incluidos turrones, y sobre todo la amabilidad de los ancianos, tan generosos y auténticos nos maravilló.

Como en muchos países, por poner el contrapunto, el tráfico es terrible, las aceras están invadidas por negocios, nunca se iluminan las calles (sólo los negocios) y los pocos pasos de cebra no sirven para nada. Por tanto caminar, es una temeridad.

Deja un comentario