Gaziantep, Turquía, diciembre de 2021

Había un dicho un poco burlesco en la familia sobre las madres superioras en los conventos que decía: «o no llegan o se pasan». Puede tener más o menos gracia, pero en una familia con cuatro monjas y dicho por un cura como voz autorizada siempre nos pareció de una comicidad sublime. Esto es perfectamente aplicable a nuestro primer día buscando un café en Gaziantep. Después de mil tes y habiendo en la ciudad diferentes variantes de café el cuerpo nos pedía degustar uno sentados en una cafetería. Tras una hora caminando sólo encontramos tiendas de café y sitios en plena calle donde no podíamos sentarnos. A 5 grados y lloviendo no nos parecía lo mejor. Cuando al final nos hablan de uno, caminamos otra media hora y nos encontramos con uno de super lujo, que no tiene más que cafés italianos y sólo tiene dos clientes franceses. Habla buen inglés, tiene cuadros de Van Gogh, es caro y no regala ni la sonrisa. En fin, no era lo que buscábamos, pero una vez más, problemas de ricos. 😜

Un latte con cucharilla fashion

Azúcar en spray

Gaziantep es la zona con mejor gastronomía del país, y estamos dando buena cuenta de ello. También es donde nos íbamos a encontrar con Basak, una amiga de Diyarbakir. La conocimos hace años con su madre enferma. Ahora trabaja aquí en una ONG con inmigrantes. No es de extrañar porque dicen que es la zona de Turquía con más sirios y refugiados de otros países. Trabaja hasta reventar de lunes a viernes, y tiene poco tiempo para vernos. Ayer viernes, día festivo para muchos musulmanes a las 9 de la noche todavía estaba en una videoconferencia con posibles benefactores. Como muchos turcos, tiene una jornada larguísima de trabajo, y poco sueldo. Además, con la economía en claro declive, su dinero no vale nada. La recordamos jovial y locuela. Dice que se levanta temprano para vernos y al final nos convoca a la 1.30 de la tarde. Y nosotros que a las 9 estábamos con el segundo desayuno…

Tras muchas risas nos cuenta que hace años fue despedida de un trabajo por motivos personales. Buscaron en las redes que su padre era abogado kurdo, y sus jefes, muy nacionalistas turcos la despidieron. No consiguió más que cuatro duros como indemnización. Le acusaron de terrorista y perdió muchas amistades. Ahora trabaja para sirios que manejan las ONGs. Dice que no son muy profesionales, y que no termina de disfrutar de la ciudad y de su gente.

Como sabemos que le gusta, queremos invitarle a unos vinos. Cuando pagamos parte de la cuenta nos damos cuenta de que cada copa cuesta 70 liras (5 euros), pero si nuestro hotel ha costado 180? Totalmente absurdo.

Baklava, para nuestro paladar todos parecidos. Hojaldre, a veces relleno, con miel y pistachos.
Café de pistacho
Preparando katmer
Tomando café con Basak
Katmer, masa fina y crujiente frita y con pistacho
También es famosa por su kebab. Siempre al carbón y acompañado por ensalada y yogurt líquido. En este caso no lleva pistacho. Afortunadamente.

La ciudad nos ha ido gustando poco a poco, pero menos que las anteriores. La zona del castillo y alrededores es muy bonita y hemos visto infinidad de mezquitas con minaretes únicos y palacios preciosos. También los mercados de especias y cobre han estado muy bien. Trabajan muchos sirios que escaparon de la guerra y son hábiles comerciantes y especialistas en trabajar las joyas, madera, cobre…

Museo Zeugma del mosaico de Gaziantep

Impresionante colección de mosaicos, la gran mayoría traídos de la ciudad de Zeugma, la ciudad de Poseidón, en esta misma provincia, del siglo III. Lo más impresionante que he visto a nivel de mosaicos, incluyendo Pompeya y Volubilis en marruecos. La primera foto corresponde a la chica gitana, símbolo del museo y de la ciudad. Se supone que realzaron su mirada y su expresión es única gracias a una técnica compleja que utilizó también Da Vinci. Sólo apto para grandes maestros. Nos dicen que es el mayor del mundo.

Más tarde nos acercamos al museo del hamman. Como corresponde, explican la importancia del hamman dentro de un hamman del siglo XVI. No es especialmente grande y habrá cosas mejorables (he echado en falta conocer como consiguen calentarlo), pero por 5 liras es un regalo. Y lloviendo a jarros como estaba un buen cobijo. El hamman tiene miles de años de historia, y es donde las madres buscaban buena esposa a sus hijos, donde los hombres hacían tratos… no sólo dónde se aseaban. Tiene varias salas de más y menos calor y estaba envuelto en todo un ritual que duraba horas.

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